viernes, 20 de abril de 2012

Corazonadas

Antes de empezar quiero dejar en claro que esta nota es de mi presente más cercano, de mi hoy. Luego, más adelante, escribiré acerca de mi pasado cercano, esto no lo debería escribir sin antes haber escrito acerca de lo feliz que fui, pero, ya como pasa de costumbre, la vida juega conmigo como con todos, de manera inexplicable. Títeres, eso somos. 


Era un día más, ella se levantó y otra vez ya era tarde. Siempre, aunque madrugara, era tarde. Era esa inexplicable lentitud con que hacía las cosas y a su vez la impresionante velocidad con la que el tiempo corría cuando ella hacía todo haciendo parecer que hacía nada. 
Pasaba el día, poco a poco, cada vez más insistente que la anterior, él se iba colando en sus pensamientos. Otra vez, ¿por qué?. Quizás, porque ella siempre pecaba de lo mismo. Creer que ya había superado una etapa y ser feliz, claro, con el típico miedo de que esa felicidad llegue a su fin. Y eso pasaba. Y eso pasó. Y nadie sabe si pasaría otra vez. 

Vio el ocaso, se enamoró del sol, de los colores, del amor. Todos los días, casi a la misma hora, ella sabía que volvería a sentir esa  mezcla de prematuro enamoramiento y, que cada día, ese sentimiento le duraría solo un momento. Luego, todo sería igual. Igual o peor. Igual o mejor. 

Se paró, caminó hacia esa cabina azul que ella sentía que le llamaba y que nadie más que ella escuchaba sus gritos. Algo de loca tenía. Hizo magia y de pronto ya sonaba el peculiar sonido de espera. Esperaba que alguien responda...uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Nada. Otra vez. La misma cuenta, nada otra vez. Se alejó hablando sola -algo ya innato en ella- y se reía de lo boba que se veía haciendo esas niñerías. En el fondo, estaba asustada. Muy asustada. ¿Acaso ya había pasado el suficiente poco tiempo como para que otro de sus temores se haga realidad? ¿Quizás, la vida aún quería usarla como actriz principal? ¿Eso era egocentrismo? No sabía nada. Solo era usada. 
Y sí, así fue. Especialmente hoy ella tenía ese extraño coraje como para poder entrar en comunicación, ¿por qué? Ya se enteraría después. 

Un "hola" al otro lado la dejó completamente muda, su respiración se aceleró, ella quería que se escuche al menos eso, el aire que recorría sus pulmones, su ser, su "ella". Segundos después todo eso terminó. Había sido algo totalmente fuera de control, aunque fue una de las cosas que hizo con más cuidado. 

Dispuesta a dejar este día en el olvido, se alejó de cualquier aparato capaz de conectarlos. Ahora, ya sabe por qué hoy podía llamarlo. Se enteró sin querer, como casi siempre sucede, que algo malo había pasado. Volvió a llamarlo, no pudo localizarlo. Se repetía la misma frase en el cerebro: "sin el orgullo suficiente, qué pena". 

Llegó medianoche y, escudándose en sus creencias mágicas, decidió olvidar todo a las doce. 
Mañana todo esto solo formará parte de una historia. Mañana todo esto será el error dentro del proceso. Nada más. 


"Y así, una vez más, ella sintió el llamado sin palabras que él le envió. Sí, ya lo sabes...ese llamado ya no le pertenece, pero...¿acaso podía actuar mejor? No la culpo, ella se esfuerza y quizás en sus intentos de progreso se permite ciertos desaciertos..."

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