domingo, 30 de abril de 2017

martes, 18 de abril de 2017

USB

Estoy esperando a que sea fin de mes y recibir mi pago. Voy a separar el dinero que separo cada mes desde hace casi seis, para pagarle a MP, mi terapeuta de cada martes. La mujer que a veces hace da tacho y otras de contenedor. La única persona a la que aún le hablo de ti, aunque también con ella me ha costado ser sincera al inicio- y hasta ahora a veces me cuesta- cada vez me siento mejor contándole lo mierda que me siento casi siempre últimamente. Le digo cuánto te extraño y lo estúpida que me siento por seguir mencionándote casi en todas nuestras sesiones. Es la mujer que me señala lo dura que suelo ser conmigo misma y, aunque no lo dice directamente, me coloca en una situación de perdón hacia mí misma. De perdón, de aceptación, de vulnerabilidad. De completa desnudez. Es la mujer que sabe que te llamé para decirte lo imbécil que fuiste, ella sabía que quería llamarte muchas semanas antes de hacerlo. Así como también sabía que quería llamarte para decirte lo feliz que estoy por ti, por tus logros. Es la mujer que me señala, de manera casi directa en algunas ocasiones, lo difícil que es para mí poder esperar. Darme tiempo. Aceptar los tiempos. Respirar en el proceso. Respirar, simplemente llenar de oxígeno cada parte de mi ser y continuar. Es la mujer a la que le cuento el miedo infinito que le tengo a las pastillas, a los psicofármacos, a las drogas que prometen nivelar mi serotonina, mi dopamina, que me ayudarán a sentir calma, a dormir mejor, a dejar de soñarte. Ella sabe cuánto miedo les tengo a esos trozos de mil formas y colores y respeta mi miedo. Sabe que confío en la alimentación sana y en la meditación diaria y a veces sonríe/ríe cuando le digo que quizás estoy tan mal ese martes porque no he hecho ejercicios hace varios días, porque comí harinas, porque no medité. Sí, ahora medito. No lo hago diario pero lo hago. Poco a poco. Paso a paso. Ya no como casi nada procesado. A veces como pan, a veces como un pedazo de pastel. Aún casi siempre como y siento culpa por lo que como, por mi cuerpo, por mi redondo cuerpo. Aún cuento las calorías, aún me veo al espejo y lloro. Aún soy vulnerable conmigo misma pero estoy aprendiendo a quererme...a quererme sinceramente, y creo que es la primera vez que realmente lo estoy haciendo. MP sabe cuánto te extraño y cuánto me flagelo cuando hago algo en relación a ti. Ella escucha cuánto me castigo verbalmente antes de aceptar que quizás es bueno dejar ver esa vulnerabilidad que aún tengo cuando hablo de ti, cuando te llamo. Cuando te llamo luego de decirle por varias semanas, que quería hacerlo. Me escucha cuando le digo que fui una estúpida por hacerlo y seguidamente le digo que fue bueno hacerlo. Me escucha y me lanza palabras que hacen que me cuestione, que cuestione porqué me castigo tanto antes de aceptar que hice algo que necesitaba hacer.
MP es mi tacho de basura cuando estoy tan triste que no encuentro mejor manera de decirle las cosas que estando enojada, insultando a cada persona que le menciono en mi relato. Insultándome, insultándome, insultándome. MP me recibió así, hecha mierda casi de manera literal. MP me recibió cuando yo ni siquiera estaba convencida de lo que estaba haciendo, cuando aún me costaba el triple de lo que me cuesta ahora, formar un nuevo vínculo. MP me recibió cuando yo llegaba veinte minutos tarde a nuestra sesión y me quedaba callada veinte minutos más. Cuando ella me buscaba con la mirada y me decía, "¿en qué andas?". MP ha sido mi tacho de basura durante todo el año pasado, cuando iba únicamente a decirle lo mierda que era la vida y lo presente que estaba la muerte en mi vida. Cuando mi vida era, básicamente, vivir con la muerte cada día. Sintiéndola, respirándola, absorbiéndola, odiándola y también queriéndola. MP me conoció junto a mis muertos y a mis muertas; cuando yo llegué, le dije que tenía tres duelos: tú y mis dos abuelas. Le dije que de esos tres duelos, solo uno no me dañaba; le dije que tú y mi abuela aún me dolían. Le dije que no pude despedirme de ella. Le dije que me sentí totalmente engañada cuando fue nuestra despedida, porque me mentiste. MP sabe las veces que te he stalkeado, que he visto cómo brindabas con nuestro champagne para los diez años; por tu primer aniversario. MP sabe que he sufrido y que aún sufro; no por ti, sino por cómo vivo todo lo que me sucede. MP le llama "sensibilidad" a todo aquello que yo le llamo "intensidad". MP sabe de este blog y siempre me lanza comentarios que cuestionan lo público y lo privado. Mi blog, mi instagram, mi twitter. MP sabe que tu enamorada me stalkea.
MP sabe que a veces me quiero morir; sabe que a ti siempre te decía que quería dormir tres meses y luego despertar. Aún lo siento. MP sabe y quizás ahora comprende mejor, que estoy quebrada y quizás siempre lo esté.
Por eso espero a fin de mes, para poder cobrar mi cheque y poder pagarle a MP. Pero esta vez, también espero mi sueldo para poder comprar un usb, para almacenar todo lo que he acumulado en este blog durante tantos años. Para guardar todas las cartas que te he escrito y que, ahora estoy segura, nunca has leído, y desaparecer este rinconcito público pero tan íntimo, del ciberespacio. Para dejar de esperar, de preguntarme, si alguna vez has vuelto a pasar por acá.
Ya estoy lista para cerrar este blog. Ya estoy lista para abrir otro.
Mi última entrada, tendrá las mismas palabras con las que empezará mi nuevo espacio público pero íntimo.


jueves, 13 de abril de 2017

Yo te llevo dentro, hasta la raíz. Y por más que crezca, tú siempre vas a estar aquí.
Prefiero comprender que siempre estarás en mí, porque si me enojo, solo me enojo conmigo. Tú estás dentro, quizás en ese lugar en mi corazón en el que habitan todos mis muertos, todas mis muertas. Quizás también estás ahí.
Aún te extraño. Aún quisiera abrazarte. Qué difícil es vivir con tantos abrazos pendientes.
¿Has cambiado tanto que ya no me tienes dentro?
¿Has cambiado tanto que ya no me extrañas, ni mi risa, ni mis abrazos?
Seguramente sí.
Yo estoy cambiando pero también comprendo en el camino que tú ya te quedaste por siempre en un rinconcito de mi alma y eso, está bien. Voy a guardar ese pedacito tuyo que se quedó conmigo como el último vestigio de lo que alguna vez fuiste. Lo que queda de alguien que conocí. Lo que queda de ti, cuando aún estabas aqui.

martes, 11 de abril de 2017

11 de abril- Ya hablamos, ya te puedo decir adiós

Es la primera vez que escribo desde mi celular. Es la primera vez que escribo desde el lugar en el que estoy. Es la primera vez que vengo a ver la luna para cerrar un ciclo. Un hermoso, complejo y largo ciclo. Es la primera vez que hablo con la luna de ti, de lo importante y necesario que es dejarte ir. Dejarte ir luego de tantos años. Creo que es la primera vez quee cuesta tanto no llamarte, no pedirte que vengas un momento, decirte que podemos aprovechar eta luna. Es la primera vez que quiero compartir la luna contigo con el único propósito de cerrar nuestro libro. Ojalá estuvieras aquí, ojalá te viera caminando.
Luego de hablar, quise volver a llamar solo para preguntarte si realmente te volviste a enamorar, para que me cuentes cómo es, qué se siente... cómo fue dejarme ir. Dejarme ir aún cuando seguíamos juntos
 ¿Algún día mi cuerpo olvidará cada sensación que me provocabas cuando hacíamos el amor? Hoy, miro a la luna y en ella veo nuestro reflejo, y recuerdo cuando veníamos, cuando dijimos que este sería nuestro espacio. No he dejado de venir...Siempre he sentido que es mi espacio y, algunas veces, como hoy, también he deseado verte por aquí.
Ojalá me extrañaras un día con la intensidad con la que yo lo hago. Ojalá desearas verme tanto como yo lo deseo.
Hoy he venido a pedirle a la luna ya no extrañarte tanto, y dejar de desear encontramos, dejar de pensar que vamos a coincidir en esta vida. Hoy, hoy realmente te digo adiós. Aunque me es imposible dejarle un espacio a lo inesperado.
¿Realmente aún te amo o solo te extraño?
Le he dicho a la luna que me quiero enamorar, que aún no estoy lista para un amor intenso y para siempre... pero me quiero enamorar.
Cada vez que escribo, alzo la vista, miro la luna, le hablo, la contemplo, respiro hondo... te pienso. Que seas muy feliz.