martes, 18 de abril de 2017

USB

Estoy esperando a que sea fin de mes y recibir mi pago. Voy a separar el dinero que separo cada mes desde hace casi seis, para pagarle a MP, mi terapeuta de cada martes. La mujer que a veces hace da tacho y otras de contenedor. La única persona a la que aún le hablo de ti, aunque también con ella me ha costado ser sincera al inicio- y hasta ahora a veces me cuesta- cada vez me siento mejor contándole lo mierda que me siento casi siempre últimamente. Le digo cuánto te extraño y lo estúpida que me siento por seguir mencionándote casi en todas nuestras sesiones. Es la mujer que me señala lo dura que suelo ser conmigo misma y, aunque no lo dice directamente, me coloca en una situación de perdón hacia mí misma. De perdón, de aceptación, de vulnerabilidad. De completa desnudez. Es la mujer que sabe que te llamé para decirte lo imbécil que fuiste, ella sabía que quería llamarte muchas semanas antes de hacerlo. Así como también sabía que quería llamarte para decirte lo feliz que estoy por ti, por tus logros. Es la mujer que me señala, de manera casi directa en algunas ocasiones, lo difícil que es para mí poder esperar. Darme tiempo. Aceptar los tiempos. Respirar en el proceso. Respirar, simplemente llenar de oxígeno cada parte de mi ser y continuar. Es la mujer a la que le cuento el miedo infinito que le tengo a las pastillas, a los psicofármacos, a las drogas que prometen nivelar mi serotonina, mi dopamina, que me ayudarán a sentir calma, a dormir mejor, a dejar de soñarte. Ella sabe cuánto miedo les tengo a esos trozos de mil formas y colores y respeta mi miedo. Sabe que confío en la alimentación sana y en la meditación diaria y a veces sonríe/ríe cuando le digo que quizás estoy tan mal ese martes porque no he hecho ejercicios hace varios días, porque comí harinas, porque no medité. Sí, ahora medito. No lo hago diario pero lo hago. Poco a poco. Paso a paso. Ya no como casi nada procesado. A veces como pan, a veces como un pedazo de pastel. Aún casi siempre como y siento culpa por lo que como, por mi cuerpo, por mi redondo cuerpo. Aún cuento las calorías, aún me veo al espejo y lloro. Aún soy vulnerable conmigo misma pero estoy aprendiendo a quererme...a quererme sinceramente, y creo que es la primera vez que realmente lo estoy haciendo. MP sabe cuánto te extraño y cuánto me flagelo cuando hago algo en relación a ti. Ella escucha cuánto me castigo verbalmente antes de aceptar que quizás es bueno dejar ver esa vulnerabilidad que aún tengo cuando hablo de ti, cuando te llamo. Cuando te llamo luego de decirle por varias semanas, que quería hacerlo. Me escucha cuando le digo que fui una estúpida por hacerlo y seguidamente le digo que fue bueno hacerlo. Me escucha y me lanza palabras que hacen que me cuestione, que cuestione porqué me castigo tanto antes de aceptar que hice algo que necesitaba hacer.
MP es mi tacho de basura cuando estoy tan triste que no encuentro mejor manera de decirle las cosas que estando enojada, insultando a cada persona que le menciono en mi relato. Insultándome, insultándome, insultándome. MP me recibió así, hecha mierda casi de manera literal. MP me recibió cuando yo ni siquiera estaba convencida de lo que estaba haciendo, cuando aún me costaba el triple de lo que me cuesta ahora, formar un nuevo vínculo. MP me recibió cuando yo llegaba veinte minutos tarde a nuestra sesión y me quedaba callada veinte minutos más. Cuando ella me buscaba con la mirada y me decía, "¿en qué andas?". MP ha sido mi tacho de basura durante todo el año pasado, cuando iba únicamente a decirle lo mierda que era la vida y lo presente que estaba la muerte en mi vida. Cuando mi vida era, básicamente, vivir con la muerte cada día. Sintiéndola, respirándola, absorbiéndola, odiándola y también queriéndola. MP me conoció junto a mis muertos y a mis muertas; cuando yo llegué, le dije que tenía tres duelos: tú y mis dos abuelas. Le dije que de esos tres duelos, solo uno no me dañaba; le dije que tú y mi abuela aún me dolían. Le dije que no pude despedirme de ella. Le dije que me sentí totalmente engañada cuando fue nuestra despedida, porque me mentiste. MP sabe las veces que te he stalkeado, que he visto cómo brindabas con nuestro champagne para los diez años; por tu primer aniversario. MP sabe que he sufrido y que aún sufro; no por ti, sino por cómo vivo todo lo que me sucede. MP le llama "sensibilidad" a todo aquello que yo le llamo "intensidad". MP sabe de este blog y siempre me lanza comentarios que cuestionan lo público y lo privado. Mi blog, mi instagram, mi twitter. MP sabe que tu enamorada me stalkea.
MP sabe que a veces me quiero morir; sabe que a ti siempre te decía que quería dormir tres meses y luego despertar. Aún lo siento. MP sabe y quizás ahora comprende mejor, que estoy quebrada y quizás siempre lo esté.
Por eso espero a fin de mes, para poder cobrar mi cheque y poder pagarle a MP. Pero esta vez, también espero mi sueldo para poder comprar un usb, para almacenar todo lo que he acumulado en este blog durante tantos años. Para guardar todas las cartas que te he escrito y que, ahora estoy segura, nunca has leído, y desaparecer este rinconcito público pero tan íntimo, del ciberespacio. Para dejar de esperar, de preguntarme, si alguna vez has vuelto a pasar por acá.
Ya estoy lista para cerrar este blog. Ya estoy lista para abrir otro.
Mi última entrada, tendrá las mismas palabras con las que empezará mi nuevo espacio público pero íntimo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario