martes, 5 de junio de 2012

Creo que he descubierto la fórmula que hace que al final del día solo tenga ganas de una cosa: saber de ti. Sí, la he descubierto, y creo que en realidad ya la sabía desde hace mucho pero prefería evitar pensar de manera detallada en eso, era mejor. ¿No?
Que ya estoy, que ya no te buscaré, que el tiempo y la distancia me dan paz. Verdades. Verdades que aún quiero creer.Verdades que debo creer. En las que debo confiar.
Hoy, no sé si por el mensual alborotamiento de hormonas y cambios de estado, o por mis sorprendentes interconexiones neuronales, he pensado más de lo permitido, en ti.
Creo que contarle a todos, en todo momento, lo bien que ya estoy sin saber de ti...al final del día, cobra sus respectivas consecuencias. ¿Será la ansiedad que no para?¿Serán esos "por qué" que nunca sabré?¿Será tu pedido de desaparecer de tu mapa?¿Será mi (mejor) decisión de mantenerme alejada?Dime tú, ¿qué será?

Puede ser, quizás, que de tanto mentir, en algún momento del día me doy de narices con la, aún cruda, verdad. No, aún me falta mucho. Lo sé. Qué pena. El tiempo vuela y solo siento que se agota cuando debo estudiar, pero contigo, nada es igual. Contigo, en realidad, sin ti, el tiempo está pasando lento. Ya no llevo la cuenta de los días sin saber de ti, ese time line ya terminó, se supone que ahora es en ese estado en el que permaneceremos de manera perenne...permanente,¿cierto?¿cierto? Dime que no. No, no. Mejor dime que sí. Afirma cada cosa y así vas a lograr que me enfade tanto que ya no quiera ni pensarte y que ya no sienta que te extraño. Vamos, afirma con la cabeza sumisa que tengo razón. Di que eres malo, autocúlpate como solías hacerlo, para que así me llenes de compasión y te diga que no, no es verdad. Aún sabiendo que, en realidad, sí lo es. Todo, o nada, es verdad.



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