domingo, 18 de noviembre de 2012

Aún, solo aún


I've been waiting here...

Fue una dulce sensación de estrés, era más aliviante- aunque no exista esa palabra- querer llorar de estrés, que de pena. Era casi un gozo tomar el mismo bus ya incontadas veces y dar ese viaje de una hora, cuarenta minutos cuando el tráfico estaba optimista. Fue horrible ver fechas, vuelos disponibles, escalas infinitas, todo eso, realmente, fue horrible. Entonces, ¿no fue bonito el estrés? ¿no dices que fue un alivio? Lo fue, lo es y, lo mejor de todo, lo será. Ya no hay marcha atrás. Fue Martes 13 y a mí todo me salió bien, lucky me. Ya solo falta que pasen los días, que meta ropa en una maleta, y un par de "adioses" que nunca están demás. Fuera de eso, o dentro de todo, solo 'eso' falta. 

Aún espero que vengas, no para volver, solo para hablar.
Aún sueño contigo, aunque cada vez es menos seguido.
Aún camino a la universidad con la certeza de que veré ese árbol que no sé si tú tallaste, pero tiene nuestras iniciales. 
Aún despierto con una extraña sensación de no saber si te extraño o si solo extraño los momentos en los que te extrañaba tanto.
Aún monto bicicleta y camino por el parque, por los parques.
Aún voy por la ciclovía, pero sin bicicleta. Solo voy y camino frente a tu edificio, me quedo un rato, luego me voy. Lo sé, eso no suena bien. 
Aún, a veces, leo el libro lleno de canciones. Mi inglés ha mejorado, creo que el tuyo ha empeorado.
Aún tengo esas velas aromáticas tan bonitas y tan fresas. Me falta encender algunas, lo haré cuando quiera verte, o sentirte. 
Aún tengo las escasas fotos que tenemos juntos, aunque no las veo, las dejé en otra casa, un poco lejana.
Aún recuerdo el último encuentro, cuando casi hacemos el amor. O cuando el amor nos quería hacer. No pasó, fue mejor. 
Aún, a veces, muy de vez en cuando, y últimamente, casi nunca,  se apoderan de mí esas locas fuertes ganas de saber la verdad. No son locas, ¿por qué querer saber la verdad sería algo loco? No, no lo es.
Aún escucho tu voz cuando estoy en medio de la multitud y me parece oír que me llamas. O, quisiera creer que lo haces. 
Aún te confundo cuando veo a alguien con el cabello parecido, con la talla aproximada o con la contextura igual de delgada que la tuya. 
Aún me pregunto sobre los 'por qué' y evito los 'hubiera'.
Aún veo al viejito que me ayudó cuando tuvimos la última conversación. Él no me reconoce, yo sí. 
Aún quisiera tener el mensaje de voz que, ya hace más de cien días, me fusiló. Las compañías eliminan todo, y estoy segura que no saben el valor de lo que eliminan. 
Aún uso algo de los tantos regalos que me diste. La uso a diario, sin agregarle valor emocional, por que, a estas épocas, ya no lo hay. 
Aún veo el perfil de tus personas más cercanas esperando encontrar noticias tuyas. Poco a poco lo hago menos, pero, lo hago. 
Aún leo historias de amor, me emociono, pero es distinto. Diferente. Como todo desde Mayo.
Aún siento ese desagrado de tu ignorancia. No entiendo cómo a veces se te va lo cortés y se te viene todo lo cobarde. 
Aún, ahora, me doy cuenta de que no es el final, pero estoy cerca. 
Aún, muy casualmente, fantaseo con la idea de verte en la puerta del departamento. Todo tan cursi como lo era yo antes; con flores, bien perfumado, con ganas de amarme, de hacerme sentir amada. 
Aún en esos momentos, soy consciente de la realidad y así termina toda imaginación. Le pongo stop, como debe ser.
Aún- y esto es siempre- cuando escribo aquí me pregunto si ya te habrás paseado por el blog, si habrás leído alguna de las tantas entradas que he escrito sin razón, o con mucha razón, o sinrazón.

Los nervios se apoderan por momentos. La calma desaparece, se esfuma, o se hace humo. Y el humo se vuelve igual de denso y asqueroso como el del cigarro. Tan asfixiante como cuando eres fumador pasivo. Tan repugnante como cuando alguien te lanza el humo, y, luego, se ríe.


No hay comentarios:

Publicar un comentario