martes, 7 de octubre de 2014

Bolas de nieve

Hay palabras que callas y nunca dices y, poco a poco, vas formando algo parecido a una bola de nieve. Cuando esta bola es tan grande que necesita salir por todos los agujeros de tu cuerpo, explotas. La explosión se da en palabras, en gestos, en acciones, en impulsos, en llanto, en soledad, en locura. Cuando calma la hecatombe, vuelves al inicio, empiezas a formar una nueva bola, una bola que arrastra restos de la anterior y los junta con todo lo nuevo que callas, que no dices, que no expresas. Cuando la bola nueva empieza a desbordar por tus agujeros, puede que lo notes y sientas que esta vez lo vas a controlar, te equivocas; será peor. ¿Será peor? No lo sé, y no lo sabes. No eres esclavo de lo que callas, eso es estúpido. Puedes ser amo de lo que callas, porque, a veces, sabes que es mejor callar. El problema no es simplemente callar, el problema es, realmente, que siempre calles.

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