sábado, 4 de septiembre de 2021

 

V

El duelo es amor, amor que no encuentra a dónde ir

Y duele… hasta que logre transformarse, hasta que encuentre una vía.

Permitirse doler es una mierda.

Y un regalo.

Porque en algún momento esa intensidad se calma.

Si ese amor no encuentra una nueva forma de ser, seguirá doliendo.

Permitirse doler es una mierda.

Y un regalo para los días venideros.

 

Doler es como el mar.

Tiene olas.

Tiene días calmos y otros caóticos.

Tiene minutos de tranquilidad y otros que son maremoto.

Entonces, ¿cómo surfeo el duelo?

Para surfear necesito una tabla.

Una base.

Para surfear tengo que aceptar que caeré.

Y volveré a mi tabla.

O alguien me ayudará a alcanzarla.

O muchxs alguien me ayudarán a encontrarla.

 

Llega un momento en el que, por fin, veo desde la orilla.

No surfeo.

No estoy sobreviviendo encima de mi tabla.

Toco la arena, veo el mar.

Puedo ver una puesta de sol.

Y ya sé surfear pero ya no necesito hacerlo.

Y, probablemente, en otro momento, tenga que aprender nuevamente.

 

El duelo es amor sin camino de retorno.

Y permitirse doler es una mierda.

Aunque luego sea un regalo.

Y ese amor, encuentra otra forma de ser.

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